Sobre mi
Permítanme una reflexión
Hay una pregunta que en algún momento, los que nos dedicamos a este oficio, nos hemos hecho, y no es otra que ¿qué es la pintura?, pregunta extensiva, también, a todas las personas que de unas y otras formas se interesan por el hecho artístico; cada cual tendrá su propia respuesta y en ellas reside su grandeza. Pues bien, hace ya bastantes años, después de muchas lecturas, tertulias con gentes del mundillo y reflexiones con uno mismo, empecé a comprender que la pintura es SOMBRA, ESPEJO y MÁSCARA.
Permítanme explicarme sucintamente: la sombra está implícitamente relacionada con el propio mito del nacimiento de la pintura –léase el mito de la caverna, de Platón– y la creencia, que se pierde en la noche de los tiempos, que silueteando la sombra que proyecta una figura en una superficie (pared) cuando ésta abandona el lugar que ocupaba, la silueta se convierte en el espíritu de esa figura; por tanto si tenemos la silueta/dibujo poseeremos su espíritu.
Como un espejo, toda pintura proyecta una imagen, reflejo de lo que nos quiere transmitir el autor, que al dialogar con el espectador puede coincidir con la idea del primero, pero también puede que este espectador saque sus propias conclusiones y no necesariamente las que planteó el autor. Podemos decir, por tanto, que estaríamos en la otra cara del espejo.
Al traspasar el espejo, entramos en el mundo de “lo aparente”, de la máscara, nada es lo que parece, por lo que se nos abren otras posibilidades que llamo LENGUAJES Y SECRETOS.
Alejandro Mesonero
Alejandro Mesonero (Peñaranda de Bte. 1950), comienza a estudiar Químicas (un fracaso) y Magisterio en Salamanca, donde era profesor de dibujo Zacarías Gónzalez, con el que mantuvo, después, una buena amistad hasta su repentino fallecimiento, que siempre le animó a seguir dibujando y pintando.
Así, en 1973 se establece en Madrid como dibujante y creativo gráfico, lo que le permite experimentar y ahondar en la pintura, sin necesitar las vanguardias de la pasada centuria, ni movimientos posteriores, para expresar su personal manera de entender la pintura.
Parafraseando a Goya, sus maestros han sido, y siguen siendo, las lecturas, los museos y la naturaleza (entiéndase humana).
En 2012 vuelve a su lugar de origen, para seguir reflexionando/pintando aquellos libros pintados –como define a su obra–, que todavía no han salido del tintero,mientras la Naturaleza se lo consienta.
Tiene por norma no participar en premios y concursos, después de que en 1968 fueran premiadas tres de sus obras en el “I Concurso Nacional de Pintura para Jóvenes creadores”